Las mujeres de verdad tienen curvas

Real Women Have Curves (EE.UU. 2002)


Sin estridencias, llega a brillar en una escena donde mujeres latinas de anchas proporciones (se apodan Orca, Hipo y Elefante), trabajadoras de una fábrica de ropa en Los Angeles, comparten un arranque de irreverencia y compiten con orgullo en materia de celulitis y estrías, logrando así una eufórica celebración de su cuerpo tal cual es.
Es una comedia light, colorida, de un agradable soundtrack que incluye a Aterciopelados. Está confeccionada con cariño por el inmigrante, sus conflictos, actitudes e ideales. Aunque la heroína es Ana, joven méjico-estadounidense en un momento de decisión en su vida, otra heroína anónima pudiera ser su hermana Estela, abnegada al frente de su taller de costura y con dotes ocultos de diseñadora.
La historia refuerza a la Universidad como única ruta clara de realización y ascenso personal. Sin embargo, a través de Estela (a quien lamentablemente se explora poco) pudiera tocarse indirectamente otras opciones e imaginar otras historias. En Carmen, la madre, vemos los temores, resentimientos y prejuicios, pero también un reconocimiento al trabajo duro de abrirse paso en un país extraño.
Por su temática de decisiones clave tomadas en momentos clave, tiene alguna relación con “Spanglish” y “María llena eres de gracia”. También recuerda a “Mi Gran Boda Griega”.
La dirige Patricia Cardozo, colombiana graduada con una beca Fulbright en la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad de California.