6.6.06

Euroscopio: El Juego de Zucker

Alemania está de moda en estos días y mi Euroscopio empezó este año con Alemania.

No sé otros, pero cuando yo me he topado con películas alemanas o sobre Alemania, casi siempre han sido dramas, unos light, otros densos, pelis de lo sórdido o del suspenso, y la mayoría sobre esa imagen sobrecogedora y triste que dejan en el alma producciones inolvidables como La Decisión de Sophie, El Pianista o Schindler’s List.

Claro que no he visto tantas pelis alemanas como quisiera. De las recientes me han gustado: Corre Lola Corre, El Experimento, Nirgendwo in Afrika, The Downfall, El Milagro de Berna, Joyeux Noel; de los ‘80 Fitzcarraldo con su tono operático y selvático, una bellísima experiencia (véanla por favor). Recuerdo también haberme impresionado con Margarethe von Trotta y El Matrimonio de María Braun, haberme trasnochado en el cable con Faraway, So Close! y viajar al cine silente con Metrópolis.
A finales del siglo XX, me sumé al furor planetario por Buena Vista Social Club, sobre Cuba y su agridulce burbuja del tiempo.
En Adiós Lenin! el humor se cuela entre las peripecias de Alex para ocultarle a su madre que cayó el Muro de Berlín y el sistema que ella tanto admiraba se esfumó como el gas… de una Coca Cola.

Ahora acabo de ver El Juego de Zucker (Alles auf Zucker! - Dani Levy, 2004) una comedia alemana. Yo diría en un 50%, y como las buenas comedias, el otro 50% es drama disfrazado de comedia. No de grandes y ruidosas carcajadas (aunque escuché al público pasándola muy bien), pero quienes disfrutan de enredos familiares con una que otra referencia política, y les interesaría ver el humor al interior de una familia judía, y encima les gusta el pool, véanla pues pasarán un buen rato.

(Saben cuando uno va a una parte y están contando chistes y uno participa pero al mismo tiempo siente que se están diciendo otras cosas entre ellos, private jokes, guiños, piquetes, puntas, cositas que sólo entienden los aludidos? Es más o menos la experiencia con Zucker.)

Me parece buenísimo que una nación que pasó por una separación con un absurdo muro y luego ha vivido una larga y penosa reunificación, se retrate en el cine y se ría de sí misma. Eso es sano y requiere madurez. Los alemanes seguramente disfrutarán a Zucker cien veces más que yo, simple observadora desde otras tierras, que me conecto con su aspecto universal sobre las relaciones familiares y… el interesante, inagotable, fascinante tema del perdón.

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