
Como espectadora no puedo lamentar que se creen espacios relacionados con una industria del cine en Venezuela, pero “conociendo mi ganado”, tampoco me apresuro a celebrar.
Como audiencia tengo el derecho de sospechar. Siempre. Sospecho del director, de los personajes, del guión, sospecho de la luz y de la sombra.
Puedo sospechar que otra buena idea nacida de un anhelo de plantear "que el Sur también existe", puede estar naciendo teñida de monkey business. Sospecho y seguiré sospechando ¿Por qué no? Sospechar es parte del placer del cine.
Sospecharé mientras no vea que por nuestra Cineville pasan todos los que aman el cine en este país: TODOS. Sin excluir ni filtrar. Yo quiero ver a todo el elenco, no sólo a la porción complaciente.
Sospecharé mientras no vea que los temas que habitarán las películas de factura venezolana lanzadas por la villa son TODOS o CUALQUIERA de los temas y no una selección marcada por la urgencia político-práctica de reescribir la historia.
Si el lente que mirará a Venezuela, y a Venezuela como parte del "Sur", se mantiene cristalino y permite trabajar, con ficción o sin ella, lo que realísticamente somos los venezolanos y latinos en el Siglo XXI, sin prejuicios, sin vergüenza, sin falsas culpas, entonces habrá algún motivo para celebrar. Mientras tanto…
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