Habrá que esperar a ver.
La inauguración de la Villa del Cine arroja dudas, con sus visuales de "Luz, cámara y revolución", el rojo infaltable de camisas y franelas, la pedidera de real al líder que distribuye churupos, la siempre conveniente descarga a Hollywood como la madre de todos los vicios, el "olvido" de algunos nombres, la adulancia, etc. )
Hay que esperar a ver si la Villa va a ser la casa del talento, el entretenimiento, la inteligencia, la diversidad y la calidad o, por el contrario, una sombrilla que albergará el sermoneo ideológico, el simple cine por encargo y, peor... el aburrimiento.
Que la iniciativa sea del Estado no debería excluir formas de financiamiento inteligentes y distintas al mero subsidio estatal. Tampoco debería apartar a quienes por décadas han contribuido a formar un público cinéfilo en Venezuela:
El circuito que organiza festivales de cine del mundo y fomenta el conocimiento sobre el cine; empresarios (y no le temo a la palabra) que han traído tecnología y modernidad; cineastas nuevos de mente abierta que no se autolimitan en su visión de creación artística y mercadeo (otra palabra a la que tampoco temo) en el mundo actual ni se ponen barandas en la cabeza ni se atan a ideologías.
Cine, cine y más cine en sus nuevos envases y empaques, receptáculos y canales, estilos, lenguajes, géneros: cine impredecible y valiente que no le tema absolutamente a nada.
El día que eso pase, y ojalá que pase, la villa se pondría interesante y será momento de celebrar.
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